Era una fría mañana de octubre de 2012, cuando la policía detuvo a Gao Ping, empresario de origen chino, como principal cabecilla de una red criminal china asentada en España que llegó a blanquear entre 800 y 1.200 millones de euros en 4 años.
Junto a él, fueron detenidas dentro y fuera de España, cerca de 100 personas más, en su mayoría de nacionalidad china. También fueron llevados a cabo 120 registros, se embargaron más de 200 vehículos y más de 200 cuentas bancarias fueron bloqueadas.
La Operación Emperador, llevada a cabo por Policía Nacional, fue una de las operaciones más mediáticas realizadas contra este tipo de organizaciones. Pero no hay que confundirse, este tipo de delincuencia ya operaba en territorio nacional antes y continúan operando a día de hoy.
Cada organización criminal china desmantelada tiene una estructura diferente y su funcionamiento varía de una a otra. De hecho, son organizaciones caracterizadas por una gran capacidad de adaptación al medio. Este tipo de delincuencia modifica su modus operandi, por ejemplo ante un cambio en la legislación o un incremento del control fiscal. Además, las actividades delictivas a las que se pueden dedicar llegan a incluir en algunas ocasiones, incluso la trata de seres humanos o el tráfico de drogas.
No obstante, este tipo de delincuencia económica tiene una base común. La mayor parte del dinero ilícito del que se nutren las organizaciones y que posteriormente blanquean proviene principalmente de delitos contra la Hacienda Pública, contra la propiedad industrial y de contrabando.
Cuando cruzamos la puerta de entrada de un bazar chino, nos adentramos en un mundo lleno de artículos de todo tipo, con la etiqueta “made in China”, y con precios muy competitivos. Cada uno de esos artículos ha sido fabricado en China, y para que llegue a un estante de ese bazar, ha tenido que entrar en Europa, normalmente a través de uno de sus puertos, y luego ser trasladado por carretera hasta un centro de distribución. Y de ahí, por fin, a ocupar su lugar en los estantes del bazar.
Para abaratar costes, organizaciones criminales chinas como la liderada por Gao Ping, dedican sus esfuerzos a la evasión de impuestos en la importación de dichos artículos. Este delito contra la Hacienda Pública, consiste en dejar de ingresar al erario público cuotas tributarias en concepto principalmente de aranceles, e IVA de importación.
Los aranceles, son los impuestos a los que están sujetos los bienes objeto de importación. Todos los Estados miembros de la Unión Europea aplican un mismo arancel a la mercancía proveniente de terceros países, denominado Arancel Aduanero Común.
El IVA en las importaciones, se aplica a los bienes objeto de importación y su pago debe hacerse efectivo en el momento de la liquidación de los derechos arancelarios, salvo que el consumidor final de la mercancía se encuentre en otro Estado miembro.
Ahora bien, ¿cómo saber a cuánto asciende el pago de aranceles, o a cuanto el IVA a la importación? Trataremos de explicar cómo se calcula la tasa impositiva a aplicar a la mercancía importada.
Para conocer a cuánto ascienden los aranceles a pagar por una mercancía objeto de importación es necesario una correcta clasificación de la mercancía, asignándole lo que se denomina, un código de TARIC, Arancel Integrado de la Unión Europea. TARIC es una base de datos multilingüe en la que se integran todas las medidas relacionadas con el arancel aduanero y la legislación comercial de la Unión Europea, garantizando así la aplicación uniforme por todos los Estados miembros de la Unión Europea.
Esto significa que en la Unión Europea, cada producto que se importa tiene que ser clasificado por un código TARIC, para saber cuántos aranceles va a pagar. Los aranceles que, por ejemplo se pagan al importar juguetes, no son los mismos que se pagan para importar productos textiles, por eso es muy importante asignar el código TARIC concreto.
Una vez clasificada la mercancía mediante la asignación de un código de TARIC, la aplicación de los aranceles se realiza como porcentaje sobre el valor de la mercancía en aduana. Este valor se corresponde con la suma del precio de compra, los costes de seguro y el flete. La suma de estas 3 cantidades se denomina “valor de importación CIF”.
Una vez que ya hemos abonado los aranceles, habrá que averiguar a cuánto asciende el IVA a la importación. Este IVA, es un porcentaje que se aplica sobre el resultado de sumar el valor de importación CIF y los derechos arancelarios abonados.
Como hemos podido observar, finalmente la cuantía de los tributos a pagar por la importación depende en gran medida del valor y del tipo de las mercancías a importar.
Para poder acreditar el valor y el tipo de mercancía, en las operaciones de importación en la Unión Europea, es necesario presentar ante las autoridades aduaneras varios documentos. Uno es un soporte en papel, denominado documento único administrativo (DUA), otro es la factura comercial o pro-forma, y otro es el conocimiento de embarque marítimo o aéreo para el transporte de la mercancía. La factura, es el documento que acredita el valor de las mercancías en la aduana.
Las organizaciones criminales chinas de las que hablábamos al inicio, llevan a cabo las importaciones a través de sociedades bajo su control, pero administradas por testaferros. Al presentar en la Aduana la documentación necesaria para la importación, aportan facturas por un menor importe, ya sea para declarar un bajo valor de la mercancía o para declarar menos mercancía de la que efectivamente se importa, y beneficiarse así en ambos casos, de un menor pago de impuestos.
Otra de las formas de actuar de este tipo de delincuencia económica, es clasificar la mercancía objeto de importación con un código TARIC diferente al que le corresponde, para favorecerse de un arancel de menor cuantía. Como ya dijimos, el porcentaje de aranceles que paga la mercancía importada varía dependiendo de la clasificación TARIC que se le haga.
Esta falsificación documental, que en ocasiones se lleva a cabo con la connivencia de agentes de aduana, implica que la organización criminal cuenta con la necesaria complicidad de proveedores chinos con los que acuerda un precio real de la mercancía, y un precio ficticio menor que será el que figure en la factura que acompaña a la mercancía.
Solo llevando a cabo una inspección física del contenido del contenedor, se podría comprobar que la mercancía física no corresponde con la reflejada en la documentación que la acompaña.
Para entender esto, explicaremos los 3 posibles estados en los que se puede encontrar una mercancía objeto de importación al llegar a aduanas.
- Circuito verde: La mercancía se encuentra a disposición del interesado una vez se haga efectivo el pago de derechos arancelarios e IVA de importación.
- Circuito naranja: La mercancía queda retenida en la aduana para comprobar los datos de la declaración y puede requerir al interesado que aporte nueva documentación.
- Circuito rojo: La mercancía queda retenida en la aduana, y será objeto de una inspección física.
Las inspecciones físicas de los contenedores, suponen un retraso en la salida de la mercancía y un incremento de los gastos, de los que normalmente se hace cargo el importador, y además cada inspección tiene un elevado coste para la administración. Además, la política a seguir por la aduanas en lo que a inspecciones se refiere es la de interferir lo menos posible en la actividad comercial del puerto. Por todas estas razones tan solo un pequeño porcentaje de los contenedores que entran en territorio nacional son inspeccionados. Consultadas fuentes no oficiales, tan solo, alrededor de un 5% de los contenedores que entran en España son objeto de una inspección física.
Esto es aprovechado por las organizaciones criminales chinas para evadir los impuestos ligados a la importación mediante la falsificación de la documentación que acredita tanto el valor, como la cantidad y el tipo de mercancía importada.
Pongamos un ejemplo sencillo, imaginemos un comerciante que importe un contenedor de productos textiles proveniente de China por “valor de importación CIF” de 10.000 euros. Supongamos que esos productos textiles tienen que pagar un 7% de aranceles según el código TARIC que le corresponde. Esto supondría 700 euros en concepto de aranceles.
Ahora sumamos al “valor de importación CIF”, la tasa arancelaria, lo que da un resultado de 10.700 euros. Sobre este importe es sobre el que aplicaremos el IVA a la importación, que vamos a suponer que es el tipo general, del 21%. Esto supondría 2.247 euros en concepto de IVA de importación, que es el 21% de 10.700 euros.
Recapitulando, un contenedor con mercancía que tenía un valor de importación CIF de 10.000 euros, tendría que pagar impuestos por valor de 2.947 euros (aranceles e IVA a la importación), lo que incrementaría el precio del contenedor casi un 30%.
Supongamos ahora que ese mismo contenedor, cuya mercancía sigue teniendo un “valor de importación CIF” de 10.000 euros, fuera despachado en la aduana presentando una factura por un importe menor, supongamos de 5.000 euros. Esto puede pasar porque digamos en la factura que en el contenedor vienen menos prendas, o porque decimos que el precio de las prendas es más bajo de lo que realmente es, o ambas cosas.
Supongamos además que a en vez de asignar a la mercancía el código TARIC correspondiente a productos textiles, le asignáramos a la mercancía el de juguetes. Los aranceles que se paga al importar juguetes, es un 4%. ¿Qué supone esto? Que en vez del 7% de aranceles que deben pagar los productos textiles al importarse, se pagaría tan solo 4%. En este caso, la tasa arancelaria sería de 200 euros, que es el 4% del valor de importación CIF declarado en la factura, 5.000 €.
El IVA de importación se aplicaría sobre 5.200 euros, que es la suma del valor CIF de la mercancía más el importe correspondiente a la tasa arancelaria. Suponiendo un IVA de tipo general del 21%, la tasa abonada por sería 1.092 euros, por lo que una mercancía valorada en 10.000 euros abonaría tributos por valor de 1.292 euros que incrementaría un 13% el precio del contenedor.
Como podemos observar en este ejemplo concreto, la mercancía importada de manera fraudulenta está sujeta a menos de la mitad de los impuestos a los que está sujeta la mercancía importada legalmente, lo que le permitiría ofertar el mismo producto a un precio difícilmente alcanzable para sus competidores legales.
Si tenemos en cuenta que según cifras oficiales del Ministerio de Fomento, en 2016 el tráfico de contenedores en territorio nacional alcanzó los 15 millones de unidades, podemos entender como la organización criminal liderada por Gao Ping llegó a cometer un fraude fiscal de 17 millones de euros.
Este tipo de delincuencia, que no es exclusiva de España, sino que opera a lo largo de toda Europa afecta negativamente a la economía nacional de los países en los que se asientan por la distorsión de precios que genera, por la competencia desleal que conlleva, por el elevado volumen de impuestos que el erario público deja de percibir, y porque esta actividad delictiva genera grandes cantidades de dinero que es blanqueado, saliendo del país en dirección a China, sin que se revierta de forma alguna en el territorio nacional.